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romance

Hay varios criterios para clasificar los romances:

 

​

1) Según cuándo y por quiénes fueron creados:

 

· Romancero viejo. Está formado por los romances escritos hasta el siglo XVI. De ellos, algunos derivaron directamente de los cantares de gesta: son los romances primitivos; otros, en cambio, fueron compuestos por los juglares, a partir, generalmente, de hechos históricos o de temas literarios: son los romances juglarescos.

 

· Romancero medio. Está formado por los romances escritos en el siglo XVI, a partir de las crónicas históricas.

 

· Romancero nuevo. Está formado por los romances escritos en el siglo XVII por autores cultos que imitaban el estilo tradicional. Se denomina también romancero artístico.

 

· Romancero moderno. Está formado por los romances compuestos desde el siglo XVIII, siguiendo el estilo tradicional.

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2) Otro criterio los clasifica por su contenido:

 

· Romances heroico-caballerescos - derivados de refundiciones de pasajes de los cantares de gesta medievales.

 

· Romances históricos contemporáneos – se crearon para dar noticia de con hechos memorables de la época.

 

· Romances novelescos - tratan sobre un tema imaginativo, con personajes y situaciones generalmente ficticios. Sus historias son muy detalladas.

 

· Romances líricos – generalmente surgieron como fragmentación de romances novelescos. En ellos predomina en ellos la emoción personal del poeta.

Nuestro Romance

Tener un sueño reciente
Y seguir recordándolo
Mientras aparece en mi mente
Siempre cuando estoy soñando

​

Al irse la luz del día 
Cuando de nuevo aparece 
Me llega con alegría
Y de golpe desvanece

 

Mirando hacia el infinito
Esperando su llegada
Rezando a mi Dios
Para hablar de mi amada

​

De todas las verdades
Busco en mi alma lo correcto
Para explicarle a mi princesa
Que no soy ni seré perfecto

​

La perfección de su mirada
Ilumina más que la estrella
Que me guía en mi camino
Para picar en su gran puerta

​

Mi experiencia con el amor 
Me hace volver la mirada 
Pero al recordar su valor 
Me lleno de confianza

mi corazón helado se convierte en fuego puro

que ruge por su recuerdo

en un cielo nocturno

Tú - Judith Pecondón
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La campana de Huesca

Don Ramiro de Aragón, 
el Rey Monje que llamaban; 
caballeros de su reino 
muchos le menospreciaban 
porque era manso y humilde 
y no sabidor en armas. 
Muchos se burlaban de él 
y su mandar no guardaban. 
Sintiéndose deshonrado, 
un mensajero enviaba 
al abad de Santo Ponce, 
que fue el que le criara, 
para que le dé consejo, 

​

que ninguno le acataba.
El abad, que sabio era, 
el mensajero tomara; 
le metió en una huerta 
y, sin decirle palabra, 
afilado un cuchillito, 
las ramas altas cortaba, 
aquéllas que eran mayores, 
que a otras sobrepasaban. 
El mensajero, enojado, 
al rey así lo contara 
cómo el abad de San Ponce 
su carta no contestaba.

El rey bien pensó en aquello 
que tal respuesta le daba. 
Hizo luego un llamamiento, 
bajo pena de su saña, 
que cualquier hombre de estima 
venga en seguida a su sala, 
porque determina hacer 
una muy rica campana 
que se oiga en todo el reino 
y que suene en toda España. 
Venidos los ricos hombres, 
se reían y burlaban 
de él y de aquel mensaje 

​

para el cual los llamaba. 
Estando allí todos juntos, 
uno a otro los tomara 
y en un secreto aposento 
sabiamente los entrara: 
cortó allí quince cabezas, 
que eran las más estimadas, 
y mostrólas a sus hijos, 
que a sus padres aguardaban, 
diciendo haría lo mismo 
con cuantos no le acataran. 
Y así fue temido el Monje 
con el son de la campana.

La campana de Huesca - Cathe, Marina y Almu
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